por fin...por el fin cumplí el tan ansiado deseo de conocer India...allá vamos!!!!!!

sábado, 2 de julio de 2011

Día 10. Pushkar.

Desayuno rico, rico y cogemos una mochila vacía que tenemos la intención de llenarla hasta las cartolas en Pushkar, que es donde la gente nos ha dicho que hace la mayoría de las compras.   
 Shiva ya nos está esperando y nos lleva en coche hasta el templo de Brahma. Ya nos habían avisado que en este templo las medidas de seguridad eran bastante fuertes y lo comprobamos nada más llegar. Te hacen pasar por un detector de metales y debes entrar sin cámara de fotos, razón por la cual no tengo ningún documento gráfico de este templo. 
 Goyo no tenía muchas ganas de entrar, así que cuando a mi me impidieron el paso por llevar la cámara le dí a él todo lo que llevaba (excepto la pasaportera y el money) y me fui yo a verlo. Penita de cámara, ainssss, por fin un templo distinto... 
 Cuando salí de allí casi no encuentro al marido que ya andaba alguno que otro intentando liarle jaja 
  

Varios kilómetros de tiendas estaban ante nuestros ojos, y por fin muuuuuuuuuuuuuuchas de mi gusto. Ale, pues a practicar con el regateo!!! Durísimo, por cierto.

 Acabamos con camisas, camisetas, llaveros, pantalones, pañuelos, libretas, pulseras de plata.......La mochila hasta los topes!!! Menos mal que solo llevabamos una.. 


  







 Pushkar es una de las ciudades santas de la India, por lo cual el consumo de alcohol está prohibido, así como el de la carne. No problem. Yo comí una lasaña de verduras impresionante y Goyo unos noodles junto con arroz a la plancha china que estaban para inmortalizarlos, ummmmmmmmmmm...
Eso sí, alcohol no, pero el lassi "especial" (o sea, con maría) se ofertaba por todos los lados...anda que no saben algunos...
Estabamos advertidos de que en Pushkar, en las inmediaciones de los ghats (las escalinatas que dan al lago) pululan sacerdotes, falsos imagino, que se dedican a "exigir" de los turistas grandísimas donaciones de dinero como intercambio de ofrendas. Se consigue así una pulsera de color rojo, que allí en India le llaman el "Pushkar passaport" con una coña tremenda, y una vez que ya te ven con ella te dejan en paz.
 Fue acercarnos a los ghats y ya venían, sí. Pues hicimos que no entendíamos ni papa de inglés y que ni por señas acertabamos a comprender lo que nos querían decir...y no insistieron más. Tanto oir hablar de la insistencia de los sacerdotes...y a nosotros nos dejaron en paz. Otro tanto con los vendedores. Nunca llegamos a sentirnos agobiados ni presionados (con la excepción de en Jaipur y en Agra, que ya lo comentaré en su momento) por nadie. Con uno, o dos "no, thanks" y una sonrisa bastaba para que te devolvieran la sonrisa y no insistieran más.
Creo que deberíamos haber añadido algún día más en Pushkar, que tenía mucho que ver, ainsss.

 
 Reventados después de un montón de horas de paseo, tiendas, regateo y de intentar deshacernos de una familia de gitanos y del pesado de la cobra, llamamos a Shiva para que viniera a recogernos y nos llevara de vuelta al hotel. 
 Mañana toca viaje de nuevo. Esta vez a Jaipur.

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